Ardo se ela arde, o peso do fogo – por MARÍA GIL MARTÍNEZ

Caminábamos al ritmo que marcaban los tambores.

Despacio, descalzas, desposeídas.

Habitantes sólo de nosotras mismas.

Una procesión de mujeres monte arriba.

Los pies empapados, la frente erguida.

Cirios en las manos con la llama prendida.

Un rosario de palabras murmuradas que nadie entendía.

Éramos muchas. Éramos todas.

Eran nuestras ancianas y también nuestras niñas.

Con liturgia extraña a ojos de cualquiera,

Mas nosotras, las caminantes, la sabíamos sencilla.

En lo alto de la cumbre nos aguardaba un altar.

Preñado de flores y aceite de oliva.

Ceremonia pagana, para celebrar una misa.

Un rezo conjunto en letanía.

Y todo era sagrado, lo hacíamos por nuestra vida.

No había religión más alta que la fe en nosotras mismas.

Veníamos a cambiar cada morado por lila.

Veníamos a sacrificar el cordero de Dios.

Veníamos a quitar el pecado del mundo.

Veníamos a limpiarnos todos los estigmas.

Que nos sangran en las manos y en el pecho desde que tenemos uso de razón.

Cada mujer fue entregando a la que tenía delante la cobardía de los hombres

que tocaron su piel.

Las cruces que cargaron a  hombros desde el inicio de sus vidas.

Las horas de espera, el rechazo, el dolor, el llanto y cada una de sus heridas.

Las apilamos en lo alto para hacerlo arder todo en una pira.

Que no somos santas, pero estamos dispuestas a ser ejemplo e icono, a difundir

la palabra «compañera», a vivir por y para nuestras hermanas.

Que no somos vírgenes, pero queremos la inocencia de cuando nadie nos tocaba.

Que no somos putas, pero tenemos consciencia de nuestro cuerpo, del placer,

del deseo, del asco y de la culpa.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por mi culpa soy santa, soy virgen y puta. Por mi culpa violada y también difunta.

Si hablo o si callo, más vale que asuma.

Si me defiendo o si dejo que ocurra.

Si te beso primero o si te espero hasta que me aburra.

Portábamos cuencos con agua bendita.

Con todas las palabras de consuelo que nos fueron dichas.

Teníamos nada más que nuestro cuerpo como ermita.

Como el templo que se profana cuando nadie te invita.

Y al llegar a la cumbre, con los males ardidos,

nos convertimos todas en sacerdotisas.

Nos hicimos ofrendas unas a otras y reescribimos las normas que estaban escritas.

«Te amarás a ti misma sobre todas las cosas.

Nadie tomará tu cuerpo, mujer, si dices «no».

Disfrutarás las fiestas.

Honrarás a la hija de tu padre y de tu madre.»

Y romperás el silencio, porque basta, ya está bien.

Y serás libre.

Y pase lo que pase serás tú misma.

Era una procesión de mujeres monte arriba.

Éramos muchas. Éramos todas.

Pero lo cierto es que cuando bajamos del monte ya nada era igual. Éramos distintas.

LITURGIA, Carmen Conde Gaute

O pasado venres 22 de febreiro tivo lugar en Aire centro de Arte un encontro moi especial que unía nun mesmo espazo performance, música e poesía: Ardo se ela arde.

Neves Seara marcou o comezo cunha obra performativa na que pintaba círculos de cinza con ramas queimadas. Os bruscos movementos mostraban esa conexión do corpo coa terra a través da raiba polo maltrato á natureza e ás mulleres. As artistas Zeltia Kùzlo Duše e Migui Carballido puxeron a música, acompañando primeiro e creando o ambiente, cun chelo gutural e unha percusión que aceleraba o corazón.

A mostra continuou con Zeltia e Migui tocando fortes cancións reivindicativas con guitarra e bohdran que remarcaban a mensaxe: o sentimento presente e as ganas de loita. Cancións cheas de enerxía.

Por último, Carmen Conde recitou dous poemas durante a velada: Liturxia e Tratado de Botánica, onde a figura da muller estaba totalmente presente nun grito pola sororidade e a deconstrucción a través do feminismo. Durante Liturxia, Neves repartiu velas ás mulleres presentes, mentres Zeltia e Migui tocaban Ire Vire. Pechouse a mostra con Tratado de Botánica e, con este último poema, un globo rompeu en margaritas sobre as cabezas dos e das asistentes.

Ardo se ela arde foi un grito nunha sociedade que está durmida. Foi un berro de artistas comprometidos coa súa terra, mulleres fortes e loitadoras que non van tolerar máis violencia contra os seus corpos nin contra os seus dereitos.

CRÓNICA DE MARÍA GIL MARTÍNEZ- fotografías de SERGIO GZLEZ CANCELA

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